divendres, 4 d’octubre del 2013

Veinte años

Mañana, 4 de octubre, hará veinte años que empecé a trabajar como maestro de inglés en escuelas primarias de nuestro sistema de educación pública, sistema en el que sigo trabajando con orgullo a día de hoy como profesor de filosofía en un centro de educación secundaria. Creo que puedo hablar con cierta propiedad de educación y desde luego con mucho más conocimiento de causa que si me pusiera a hablar, es un decir, de compraventa de pisos o de la caza del ciervo. Amo y valoro mi profesión tanto como la dignidad que ésta me confiere y que ustedes pretenden arrebatarle. Por eso, y por lo que estamos viviendo estos días, escribo una serie de reflexiones para que lleguen hasta donde el sentido común quiera llevarlas. Y lo hago en castellano, clarito y sin rodeos, para que me entiendan los fantasmas y los cazafantasmas de estos días de gomina y GESTAPO. Porque resulta que me apellido Pérez y que hablo en castellano con mi mujer que es andaluza y con mis hijos que son mallorquines; un castellano más o menos igual que el que mis padres hablaban conmigo, que es mi lengua materna y no odio en absoluto aunque ustedes pretendan hacer creer que las camisetas verdes son un arrebato hispanofóbico de independentistas perroflautas. Por eso y para que entiendan los nuevos inquisidores de despacho y twitter que no soy un rojo pancatalanista independentista, (aunque sí soy bastante rojo y bastante independiente). Por eso y porque además llevo veinte años enseñando en catalán, defendiendo esa lengua que ustedes dicen que no existe, porque también es mi lengua y porque es la lengua que utilizo cada día en mi trabajo y en mi vida cotidiana simplemente porque es la lengua en la que se debe enseñar por puro respeto a la historia, a la cultura y a la libertad y porque es muy triste que todavía hoy haya que explicar esto y que una lengua necesite ser defendida de personas como ustedes, que tienen menos principios que conocimientos y menos conocimientos que poder. Porque eso es lo que son, señores, tontos con poder y sin principios y no merecen el respeto de nadie, ni siquiera el de sí mismos.

Se lo digo despacito y por partes para que me entiendan. Se lo digo también a la brava y sin pensar mucho en las consecuencias para que me inscriban con mayúsculas en una de sus listas negras y vengan a buscarme a mi casa cualquier tarde de estas para fusilarme después al amanecer. Cojan un diccionario y tengan a mano algún asesor bien pagado porque en los próximos párrafos aparecen palabras que ustedes desconocen como “libertad”, “democracia”, “pedagogía” o “educación”. Ahí va:

1). Sobre su Tratamiento Integrado de Lenguas: es un engendro. Es una patraña inverosímil que nada tiene que ver con la educación. Adolece de tantos males que sólo desde el más absoluto cinismo puede ser defendido. Para empezar les comentaré que “integrado” es algo que surge de la integración. Tratar tres lenguas por separado a partes iguales en una distribución porcentual del 33% no es llevar a cabo un tratamiento “integrado”, sino hacer una tratamiento “distributivo” absurdo que sólo encaja en una mentalidad empresarial como la suya. Es más bien una gilipollez superlativa y en términos menos groseros una canallada pedagógica. Un tratamiento integrado consistiría en tratar conjuntamente contenidos comunes de las dos lenguas que pretenden integrar que tienen un mismo origen (¿debo decirles qué dos de las tres lenguas son o hasta ahí llegan?). Un tratamiento integrado consiste en dedicar esfuerzos, en primaria sobre todo, a enseñar conjuntamente aquellas estructuras comunes, (sintaxis, morfología y gramática; tipologías textuales, comprensión lectora y expresión escrita), para poder después dar un trato diferencial a aquellos aspectos (fundamentalmente ortográficos, léxicos y también morfológicos) que no son comunes y que por supuesto no son tantos. Todo eso lo ignoran ustedes que jamás han abierto un libro, como ignoran que ya se venía haciendo en algunos centros donde he tenido el orgullo de trabajar. No lo saben porque no se han molestado en preguntar o en pisar alguno de esos colegios públicos que dicen defender pero a los que no llevan a sus hijos para que no cojan ninguna enfermedad grave como la tolerancia o el respeto a la diferencia. Y sobre todo no lo saben porque no escuchan, porque ya se lo ha dicho todo el mundo, pero ustedes sólo se escuchan a sí mismos (y no a todos).

Sobre la tercera lengua y cómo integrarla, qué decir. ¿Que para aprender inglés tal vez sería bueno enseñar inglés y no ciencias sociales? Es que da vergüenza hasta plantearlo porque es tan evidente que ofende al sentido común. ¿Han oído hablar del aprendizaje significativo? ¿Saben lo que son las cuatro habilidades básicas en una lengua? ¿Entienden que el valor instrumental de una lengua como la inglesa carece de sentido desde el momento en que no hay una competencia mínima suficiente para poderla utilizar como instrumento? ¿Entienden qué significa “vehicular”? ¿Creen que se llega a algún sitio en un vehículo que no se sabe conducir? ¿Entienden que para aprender una lengua como la inglesa a un nivel que permita la comunicación directa hay que establecer situaciones en las que esa lengua pueda ser utilizada? ¿Entienden que no puede ser con 35 alumnos en un aula? ¿Entienden que su deriva esquizofrénica no tiene nada que ver con enseñar o aprender inglés? ¿Saben el precio que van a hacer pagar por eso? ¿Saben lo que sacrifican a cambio de su pertinaz incompetencia?   

Dejen de mentir. Ustedes no quieren que nuestros alumnos aprendan inglés, ustedes quieren que  aprendan en inglés para que no aprendan en catalán y punto. Y no hay más. Porque les jode aceptar una España plural, multicultural, plurinacional y plurilingüe. Porque siguen queriendo una España única con una lengua única y con lenguas menores de segunda división que se hablen en el ámbito familiar como un residuo folklórico de algo que ya no existe. Porque ustedes son los mismos de antes que llevaban cuarenta años escondidos debajo de las piedras y que ahora se han crecido, se han venido arriba y pretenden volver a ganar una guerra civil en la que nadie más quiere pelear.

2). Sobre la imposición de su decreto: es un insulto vergonzoso y vergonzante a la democracia. Hace tiempo que la democracia es una farsa en casi todos sus ámbitos. Hace tiempo que la ley electoral, el bipartidismo, la disciplina de voto en los parlamentos y en los ayuntamientos, la manipulación informativa y las injerencias del poder ejecutivo sobre los otros dos la han matado. Hace tiempo que toda esa mierda ha convertido la democracia en una gran mentira, pero por lo menos hasta ahora se disimulaba el abuso un poco más. Se lo explico despacito nuevamente porque de democracia parecen saber menos que de educación. Hay tres tipos de democracia: la directa, la representativa y la participativa. En la democracia directa, el pueblo toma directamente las decisiones. Es un tipo de democracia en desuso, porque dicen que no es funcional y porque no dicen que les da miedo. Por eso existe otra, la representativa, que se basa fundamentalmente en que el pueblo elige a sus representantes y estos están obligados a hacer cumplir la voluntad general desde el poder ejecutivo, (que les permite gobernar según las leyes que están aprobadas), y desde el poder legislativo, (que permite modificar esas leyes e incluso cambiarlas por otras). El tercer poder, el judicial, debería simplemente hacer cumplir esas leyes al margen de los otros dos. Pero cambiar o modificar una ley no es algo sencillo ni gratuito y no se puede hacer desde la perspectiva de un partido determinado ni aún habiendo ese partido arrasado en unas elecciones.

Pues bien, ustedes pretenden legislar desde el poder ejecutivo, pisoteando el legislativo e ignorando además al poder judicial. Eso es lo que se hace cuando se gobierna por decreto. Se pasa por encima del Parlament y se decide que se puede tocar la fibra más sensible de algo tan importante como un sistema de educación pública sin someterlo a debate parlamentario, sin escuchar a otras voces y a otras tendencias y redactando un decreto de mierda de cuatro páginas con tres asesores gregarios encerrados en un despacho. Porque eso es lo que han hecho. Fingen que sí, que buscan consenso, pero redactan un decreto kamikaze que ha sido rechazado desde los colegios, institutos, consejos escolares, ayuntamientos, universidad, inspección educativa, asociaciones de padres y, lo más importante, desde la calle. Con cien mil personas que van a seguir gritándoles al oído que son unos miserables por el resto de sus vidas cuando ustedes intenten dormir por las noches.

Sus argumentos también son miserables. Se inventan mayorías silenciosas que son tan silenciosas que no pueden decir nada y pretenden hacer creer que lo que hacen estaba en su programa electoral y por ello se sienten legitimados a hacerlo. Es falso, rotundamente. Nunca hablaron en su programa electoral de cambiar el espíritu y la estructura de nuestro sistema educativo. Utilizan eufemismos y medias verdades para tergiversar unos hechos que les están dando la espalda día tras día. La mayoría que obtuvieron en las elecciones no les da derecho a tanto. Es una simple mayoría parlamentaria, que no social ni ciudadana, que no les da derecho a ir más allá de lo que es malgobernar durante cuatro años que probablemente serán menos.

Y lo que hacen no es por casualidad, ni al azar. Esto que hacen con nosotros forma parte de algo más grande y turbio y sus objetivos son bien claros en España y fuera de España: desmantelar el estado social aniquilando todo lo público y sometiéndolo indecentemente a los intereses de corporaciones privadas. El estado social tiene tres estandartes que son la seguridad social, la sanidad pública y la educación pública. Ustedes pretenden desarmarlos a los tres, desarbolar y desmantelar los pilares del estado social en beneficio de entidades privadas y de un reparto patrimonial de la riqueza que empieza a resultar asqueroso. Una vez desarmado el estado social, ¿qué queda? Un estado constitucional, aparentemente de derecho, en el que los ciudadanos somos simplemente votantes y contribuyentes, sin derechos sociales y con una merma evidente de nuestros derechos civiles. Nada se espera de nosotros después del voto más que el sometimiento y la tributación. Y si discrepamos se inventan una ley de símbolos que nos prohíba demostrarlo públicamente y si protestamos una de convivencia para hacernos callar y que seamos una silenciada mayoría silenciosa como la suya. Miserables.

3). Sobre la marea verde: es el despertar a la democracia participativa. El tercer tipo de democracia, ese que les provoca sarpullidos y miedo. Un tipo de democracia que nunca se nos había explicado y que por cierto quieren prohibir que explique a mis alumnos, prefieren que otro menos rojo que yo les enseñe a rezar de rodillas. Es un tipo de democracia que empezó a despertar hace dos o tres años a raíz de los movimientos asamblearios del 15M y que ahora ha tomado una nueva forma con la que no están acostumbrados a tratar. Déjenme explicarles antes que nada que no soy corporativista, que no defiendo a mis compañeros simplemente porque lo sean y que pienso que muchos profesores no deberían serlo y a veces me avergüenzo de la cosificación funcionarial de algunos de mis colegas de profesión. Pero no hablamos de eso, porque fundamentalmente con ustedes no se puede hablar de nada. Hubiésemos podido discutir de la conveniencia o no de mantener un sistema de inmersión lingüística, hubiésemos podido hablar de fracaso escolar, de dignificar la profesión docente o de mil cosas más, pero su monólogo es tan sordo como su estéril trilingüismo de salón y de partido.

No me siento identificado con cualquiera que se ponga una camiseta verde, pero sí me siento orgulloso de ponérmela junto a todos ellos. Porque no esperaba este movimiento, ni esta respuesta a su totalitarismo democrático y porque creo que les estamos dando a ustedes y a nuestros alumnos una lección de dignidad. Y no hablo desde la silla de un despacho, sino desde mi tercera semana de huelga activa, de compartir la calle con compañeros y compañeras a los que he visto llorar, sufrir, discutir y gritar porque lo que están haciendo ustedes es inmoral, indecente y sobre todo cruel. Un atropello asqueroso y lamentable que algún día les pasará factura.He vivido de primera mano sus formas de control y manipulación de la información, la sumisión vergonzosa de medios como IB3 a los designios de su propaganda política, la filtración de mentiras y el uso del miedo como arma de forma que nunca antes había visto. Me avergüenzo de todos ustedes y lo que representan. Es la ignominia,la censura, la cara más oscura de un sistema que jamás había estado tan podrido.

Sé que no tenemos razón en todo y puede que muchos de los que gritan en la calle no estén ahí por lo mismo que yo. Puede incluso que algunos no sepan bien por qué están, pero sí sé por qué estoy yo. Estoy porque un ministro analfabeto cree poder insultarme en el Parlamento, estoy porque un presidente de gobierno autonómico cree poder humillarme públicamente, estoy porque una consellera incapaz habla de niños que no conoce como si fueran imbéciles y porque un diputado autonómico cree poder amenazarme con incluirme en su lista y venir a por mí. Estoy en la calle porque hay un psicópata y un ególatra tomando decisiones juntos sin que nadie de su séquito se atreva a decirles que están equivocados; porque el espacio profesional y vital donde he respirado tiza los últimos veinte años se ve amenazado por algo mucho peor y sombrío que un decreto de lenguas. Estoy en la calle porque ustedes son todo lo que desprecio y contra lo que he venido luchando en estos últimos veinte años. Y no estoy solo. Se terminará esta huelga por asfixia, por desgaste, por pura pena, pero seguiremos estando ahí esperándoles, peleando con otras armas contra todo lo que ustedes representan.

Ser profesor es luchar contra la ignorancia con la palabra y el ejemplo. En eso estamos. Llevo veinte años haciéndolo y voy a hacerlo veinte años más. Aquí les espero, no les tengo miedo. Les tengo, simplemente, asco.


Maestro, licenciado en filosofía y profesor de secundaria.  


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